
Una de las veces que comimos arroz negro estuvimos esperando en la orilla del mar más de 45 minutos. Siempre pensamos que estaban pintando los granos con un rotulador de esos permanente, que además era de los malos, porque o el arroz era blanco blanquísimo o la tinta no era de calamar y solo de boli bic. En cualquier caso, la espera no mereció la pena. No quiero ni acordarme.
Desde entonces preferimos ir a sitios de esos que te lo preparan “solo por encargo”, así te aseguras que solo bajo catástrofe se les va a olvidar tu comida. El de hoy es de casa:
· Arroz, mejor bomba. Medio vaso por persona
· Gambas.
· Sepia
· Ajo
· Tomate natural
· Caldo de pescado
· Tinta de calamar
Comenzamos preparando el caldo de pescado y añadimos a este cuatro bolsas de tinta de calamar. Es más fácil usar estas que tomar calamares frescos y usar sus bolsitas para dar color. Lo natural es mejor, pero no siempre nos dará el resultado que esperamos.
Por otro lado picamos ajo y lo rehogamos. Al dorarse, añadimos la sepia en cuadraditos hasta que pierda el agua. Ahora añadimos las gambas, no antes. Tras tener todo dorado, añadimos el tomate en cuadraditos.
Veréis que el tomate va desapareciendo al rehogar. En ese momento la que cocina rehoga el arroz antes de poner el caldo, que en este caso, para que quede seco, añadimos dos partes de caldo por cada parte de arroz.
Lo terminamos en el horno porque las vitrocerámicas de inducción de hace unos años, que te cagas de buenas, cómprese esta y no otra, ya verás no lo dudes, tienen la zona de cocción pequeña y no calientan toda la cazuela. Y según esta la cosa, pues para cambiar de vitro como que no.
Entonces, precalentamos el horno -180ºC- y terminamos el arroz dentro, que además distribuye el calor de una manera muy uniforme y lo deja hecho por igual en todas las partes.
Lo acompañamos con un alioli, all i oli, casero y rápido. Introducimos la batidora hasta el fondo y no la movemos hasta que se haga la mayonesa.
