Cada día que llueve en primavera es un día grande para el recolector de espárragos. El agua y el calor son un impulso para esta “hierba”, que es lo que parece, pero que usamos como verdura en la cocina.
Estamos pues en plena temporada de esta primavera lluviosa, que nos permite disfrutar aún alguna noche de una cena calentita para animar el cuerpo y la mente de un día frustrante.
Es curiosa la sensación, en este año que nos toca agarrar las vacaciones prontito. Todavía hace frío y tenemos que pensar en la playa. Nos esperan unas semanas duras hasta que llegue el día, pero esta vez realmente hay muchas ganas de parar y desconectar del día a día. Si habéis sentido el deseo de tener que parar, respirar y recuperar fuerzas esa es mi sensación. Un punto y seguido para volver a empezar.
Por todo esto, el otro día me apetecía cenar calentito y con lo que sobró del día de celebración donde comimos la tarta de chocolate y butterscotch, me reconforté el espíritu, que hacía falta.